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Mamá, nos vamos a vivir al pueblo

Aún recuerdo ese día que le dije a mi mujer que nos íbamos a vivir al pueblo. Era algo que ella siempre me había recomendado pero yo nunca me había dado cuenta de ello. Era un paso muy importante y complicado, pero que finalmente se pudo hacer. Y la verdad es que 10 años después no me arrepiento. Es cierto que no siempre es cómo habías pensado, pero estoy seguro que ni cuando piensas que estás en un hotel cinco estrellas, siempre hay algo que puede ser mejor. En mi caso, tengo claro que fue un paso adelante.

Todos conocemos un montón de personas que nos han dicho eso de que se van a vivir al pueblo. “Allí todo es tranquilidad y naturaleza” es la frase que más se escucha. Ahora bien, son muy pocos los que luego se deciden a dar el paso. La frase queda muy bien, pero luego es costoso vivir sin algunas necesidades básicas. Claro que la gente quiere vivir en el mundo rural, pero con todas las comodidades que tiene en el urbano. Y eso, ya os digo yo, después de vivir durante más de diez años en el mundo rural, no se puede. Aunque los políticos te lo digan. Por cierto, lanzo una pregunta: ¿Conoces a algún ministro o presidente que viva en el pueblo? Ahí lo dejo.

Creo que estoy en posesión de contar mi historia de cómo nos fuimos a vivir al pueblo, y también en posesión de poder dar explicaciones y consejos de los que puedan estar pensando en hacerlo. Pero ojo, yo soy de esas personas sinceras que os digo lo que me gusta y lo que no. Esto no es la panacea, ni es el paraíso. Como ocurre con muchas cosas en la vida, tenemos cosas buenas y otras menos buenas. Cosas que van según los gustos y según las experiencias que hemos vivido. A uno le puede parecer lo más maravilloso dormir por la noche con el sonido de insectos y levantarte con el sonido de un gallo, y en cambio, para otro es su perdición.

Esta historia comienza cuando un buen día, decido comprar la casa de mi abuela en el pueblo a mis hermanos. La herencia que nos había dejado y que creo que me podría venir muy bien.  Y esta historia sigue con una llamada a la empresa de reformas Cubiertas Estevez. Y es que, la bonita casa de pueblo de mi abuela, después de unos cuantos años, se había convertido en casi una ruina. Sin embargo, el buen hacer de esta empresa y mis ganas de sacar esto adelante, concluyó en una coqueta casa de pueblo, con un tejado de madera que es la envidia del resto de los vecinos y con un proyecto de futuro con mi familia.

Beneficios

Si algo se caracteriza, y aunque suene a frase de siempre, viviendo en el pueblo tengo un “ambiente tranquilo”.  Los pueblos son conocidos por ser lugares tranquilos y pacíficos. Es ideal para aquellos que buscan vivir en un ambiente relajante y tranquilo, pero como os digo, eso va por gustos.

Comunidad unida: La mayoría de los pueblos tienen comunidades unidas, donde todos se conocen y ayudan en momentos de necesidad. La gente suele ser amable, cooperativa y dispuesta a ayudar a sus vecinos.

Costo de vida más bajo: Los pueblos tienen un costo de vida mucho más bajo que las ciudades. El alquiler, los servicios públicos y los gastos en general son más asequibles.

Aire fresco y limpio: Los pueblos tienen aire fresco y limpio debido a la falta de contaminación. Esto es bueno para la salud y el bienestar.

En contra

Y como quiero ser sincero, no todo es bueno viviendo en el pueblo. Aquí me he encontrado con problemas. La principal es la falta de opciones culturales y de entretenimiento: En los pueblos, es posible que falten opciones de entretenimiento y culturales que se encuentran en las ciudades. Falta de restaurantes, tiendas, eventos y otras actividades. Por suerte siempre nos quedará las plataformas de televisión.

Problemas de transporte. Los pueblos pueden tener problemas de transporte, especialmente si no hay transporte público o si los horarios son limitados. En este caso, no soy de los que me pueda quejar, porque sé que otros pueblos tienen problemas más grandes.

Falta de oportunidades de empleo: Los pueblos a menudo tienen menos oportunidades de empleo que las ciudades. Los trabajos disponibles pueden ser limitados y los salarios puede que no sean tan altos. Y no lo digo yo, lo dicen los propios jóvenes en las encuestas que les hacen.

Falta de diversidad. Los pueblos pueden tener una falta de diversidad étnica y cultural. Puede que únicamente exista una cultura y costumbres.

Y con esto sobre la mesa, os atrevéis a decir a la familia, “¡mamá, nos vamos a vivir al pueblo!”

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