Es curioso el mecanismo de los niños en cuanto a comida se refiere. Todo lo que comen les entra por los ojos, así que si tiene buen aspecto querrán probarlo. Ahora bien, tiene que ser algo que les llame verdaderamente la atención porque, sino, no suelen querer probar cosas nuevas. Mi sobrina, por ejemplo, es una fanática de los “fideítos” y las pechuguitas de pollo, no la saques de ahí porque entonces no querrá comer. De hecho, para que coma algo de pescado, su madre la engaña diciéndole que el filete de emperador es pechuga y la niña, pobre ingenua, se lo come.
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