Es cierto eso de que el tiempo pasa volando, parece que fue ayer cuando mi hijo empezaba en el cole y, casi sin darme cuenta, ya empieza en la Universidad.
Quiere estudiar Psicología en Madrid así que le toca buscar alojamiento y vivir por su cuenta en la gran ciudad.
Se trata de una experiencia completamente nueva para mí, es cierto que siempre he querido darle una educación excelente a mi hijo, y he tratado de compaginar una educación responsable a la vez que le ofrecía bastante libertad para que tomara sus propias decisiones.
He tratado de guiarle y aconsejarle en todo lo posible, para tratar de evitarle situaciones desagradables, aunque está claro que mucha cosa tendrá que vivirlas por sí mismo por mucho que quiera evitarle malos tragos.
Es un momento extraño, este en el que empieza a vivir su vida es la primera vez que salen de casa y empiezan a vivir por su cuenta. Va a ser un gran cambio para él, porque además no se va a una ciudad pequeña, ha elegido una ciudad como Madrid donde, además apenas conoce a nadie.
Tenía muy claro lo importante que es dar con una vivienda adecuada y confortable, para que su experiencia fuera se asemejara en lo más posible a su vida en casa.
Empezaría a cocinar sus primeros platos-que con suerte serán comestibles-, tendrá sus primeras experiencias de convivencia, algunas serán buenas y otras malas, pero lo que está seguro es que tendrá que enfrentarse a muchas situaciones por sí mismo, y no estaría ahí para ayudarle.
Sabía que siempre tendría el teléfono, pero nada iba a ser como hasta ahora, mi pequeño se iba a vivir fuera de casa, aunque sabía que precisamente gracias a eso iba a convertirse en una experiencia universitaria mucho más enriquecedora.
Como todo el que empieza un gran viaje, lo mejor es llevarse un buen mapa de ruta, así que pensé en confeccionarle una mini guía de supervivencia para vivir fuera de casa.
Mini guía de Supervivencia para vivir fuera de casa
Lo primero y más importante de esta guía improvisada era encontrar el mejor lugar para vivir, al dejar atrás una casa para buscar otra, le sugerí a mi hijo que buscara las mejores opciones para que se sintiera como en casa.
Le aconseje que quizás para su primer año fuera lo mejor sería una residencia céntrica, donde pudiera conocer amigos con los que más adelante podría vivir en un piso. Una residencia con diferentes instalaciones y servicios de lavandería y restaurante (a poder ser que incluyeran desayunos, almuerzo y cena). Le propuse la Institucion del divno maestro, ya que no solo ofrecía todos estos servicios, sino que además era una residencia de estudiantes en Madrid que garantiza un trato humano y familiar, basado en la responsabilidad y la libertad de cada uno.
Además, la residencia es muy céntrica, a mi hijo le pareció muy buena idea como opción para empezar su vida universitaria en la capital.
Una vez resulto el tema del alojamiento, el resto no es más que coser y cantar. Le recordé lo importante que era respetar los espacios de las personas con las que compartiera su habitación, que fuera cuidadoso y ordenado en su espacio y tratara siempre de resolver los conflictos que pudieran surgir con el diálogo y evitando toda discusión, en la medida de lo posible.
También le hice una lista de las cosas que iba a necesitar para que no se olvidara de nada, y consiguiera hacer la maleta más eficiente para que no tuviera que cargar mucho peso y llevara todo lo necesario para empezar a vivir fuera.
Como lo más importante era que se sintiera como en casa le di un par de fotos donde salía con sus amigos del pueblo, y otras donde salíamos toda la familia, para darle este toque personal a su habitación y ese valor familiar que tanto se echa de menos cuando se está fuera de casa.
También le di un par de plantas, porque sabía que le daría un aspecto más hogareño al espacio en el viviera.
Lo más gracioso es que, al tiempo que le daba mi pequeña guía de supervivencia para vivir fuera de casa, él me había preparado otra mini guía para dejar volar a tus polluelos. Un par de consejos muy divertidos para que me adaptara a mi nueva vida sin tener a mi hijo en casa. Sabía que al principio me costaría un poco, pero al final también estaba la felicidad del reencuentro.
Su iniciativa me hizo mucha gracia, y me dejó más que claro lo preparado que estaba para emprender esta nueva aventura por su cuenta.