Es complicado llegar a la pubertad de tus hijos porque les entra una tontería impresionante en todos lo aspecto e incluso en aquellos en los que tú ni siquiera habías pensado.
Antes se ponían cualquier cosa para vestir e iban perfectos, pero en la pubertad no quieren ponerse nada de su armario, necesitan renovar su vestuario de forma inminente y no hablemos de que les compres tú algo de ropa. Puede ser preciosa, puede que hasta les guste, pero como se la has comprado tú sin su visto bueno te van a decir que no la quieren y que la devuelvas. Eso te lo aseguro yo.
La pubertad es una etapa de la vida de tus hijos en la que vas a tener mucho cuidado con todo. Algunos de los efectos de la pubertad pasan por la extremada autoconciencia o la necesidad de independencia, pero no son los únicos.
Cuando hablamos de autoconciencia nos referimos a que, de pronto, el niño es consciente de los cambios físicos que se están produciendo en su cuerpo y que esos cambios son notorios para él y para otros. Esto, muchas veces, provoca una vergüenza desmedida que en ocasiones puede acabar hasta en graves enfermedades psicológicas.
Mi hija tuvo siempre una dentadura perfecta pero poco a poco, a causa de su desarrollo, s ele fue cerrando el paladar y a los trece años decidimos que era hora de hablar de ortodoncia pero ella se negaba en rotundo, decía que prefería llevar los dientes torcidos antes que ponerse esos “horribles hierros” porque un niño del colegio los llevaba y no paraban de meterse con él. Era el hazmerreír de la escuela.
Me habría gustado decirle los estúpidos que eran los otros niños y lo mal que debería sentirse el chaval pero la realidad es que con eso no iba a convencerla de nada así que le expliqué que ella no debía meterse con el niño, que debía defenderlo, pero le prometí buscar una solución al problema de sus dientes y al final encontré la Clínica Dental Morante, donde tienen tratamientos de ortodoncia invisible a precios bastante asequibles. Hablé con ellos y llevé a mi hija para que comprobase que ese tipo de ortodoncia no se ve y así es como logré convencerla.
Mis padres, que son sus abuelos, en la misma situación me habrían agarrado de los pelos si hacía falta para que me pusiera la ortodoncia y yo habría callado y me la habría puesto sin rechistar porque eran ellos los que mandaban pero ahora las cosas no son así, hay que respetar la opinión del niño y entender que para ellos es complicado todo esto de la adolescencia aunque a nosotros nos parezca una tontería.
Los psicólogos siempre aconsejan comprensión y decirles un: “porque lo digo yo”, es de todo menos comprensivo. Por eso desde este blog aconsejamos el diálogo, los acuerdos y los tratos. Ellos deben tener siempre claro que lo que hacemos lo hacemos por ellos, en su beneficio y bienestar, pero aun así debemos tener en cuenta su punto de vista y sus preocupaciones y no podemos pasar por alto lo que ellos realmente desean.