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Orgullosa es poco

No hay mayor orgullo que cuando ves que estás haciendo bien tu trabajo como madre o padre, y ¿sabéis donde se refleja eso? en el comportamiento las decisiones de nuestros hijos. Si bien es verdad que la personalidad de cada uno forma parte de dicho comportamiento, la educación que recibimos desde niños y las relaciones sociales que tenemos con el contexto que nos rodea, son factores que marcarán también nuestras reacciones y opiniones.

Pensadlo por un momento, ¿por qué, normalmente, los hijos de padres aficionados al Real  Madrid acaban siendo aficionados también a este equipo y no a otro? ¿Por qué los miembros de una misma familia suelen tener la misma ideología política? Obviamente siempre hay excepciones, pero la generalidad es que los hijos sigan los pasos de sus padres porque, simplemente, se les ha educado en base a esas directrices, igual que ocurre con la religión o con ciertas fobias. Mi hija, sin ir más lejos, tiene pavor a las cucarachas son sólo 4 años, algo que ha copiado de mí ya que me ha visto, desde que nació, huir de ellas despavorida. Toni, el hombrecito que me ha hecho sentir tan orgullosa, odia el queso y creo que no lo ha probado nunca pero como su padre se aleja de él nada más sentarse en la mesa, pues él también lo hace, y no hay manera de conseguir que intente probar un pequeño bocado.

El motivo de mi orgullo

El pasado septiembre mi hijo, de 12 años, empezaba 1º de la ESO, y en su nueva clase estaba matriculado un niño de nacionalidad paquistaní muy tímido, extremadamente tímido. Hubo ciertos problemas porque la clase de mi hijo no iba  a ser la excepción al bullying, y había niños que se metían con el chaval paquistaní pero, gracias a la intervención de padres y profesores, el problema se solventó sin incidencias pocos meses después. Ayer, al igual que a todos los padres, nos llegó una carta del colegio donde se nos invitaba a una función escolar de final de curso que los tres cursos de primero de la ESO habían estado ensayando durante meses gracias a la donación de 10 minutos por materia, cada dos días, que los profesores habían cedido para acumular, día sí y día no, un total de 40 minutos en los que poder trabajar en la obra. Algunos verán en esto una locura pero a mí me parece genial pues, con el teatro, también se aprende, y mucho más cuando he podido comprobar la temática de la obra y el motivo por el que se llevaba cabo. Lo que más me llamó la atención al principio fue el mutismo de mi hijo, que no había contado nada, ni él ni sus compañeros de clase porque, según la propia carta, “era una sorpresa”. Luego, lo que llamó mi atención, es la información detallada que daban de la función y de la obra al final del primer folio, donde se podía leer al autor de la misma: mi hijo.

Seguí leyendo, atenta, cada palabra de la larga carta que los profesores del colegio se habían molestado en redactar para que entendiéramos todo el proyecto y pude comprender la situación y, por supuesto, acabar totalmente orgullosa.

Justo después de la actuación del AMPA y del profesorado de la escuela para parar lo que parecía ser el inicio de Bullying en el aula de mi hijo, la profesora de Lengua y Literatura pidió a los niños que hicieran una redacción, poesía, obra de teatro, canción o ensayo sobre lo que había pasado en el aula, sobre lo que habían sentido, y sobre la solución a la que se había llegado. Mi hijo escribió una obra de teatro titulada “El caballero Aitor de San Rozas” donde hablaba de un joven caballero medieval, Aitor, cuyo nombre coincidía “casualmente” con el del niño paquistaní. Un caballero muy joven del que otros  se reían por ser demasiado delgado y pequeño hasta que, por culpa de un malvado mago, todos los caballeros (y caballeras porque también hay) tuvieron que enfrentarse a un horrible monstruo. Nadie conseguía derribarlo, hasta que el caballero Aitor, gracias a su pequeño tamaño, consiguió escabullirse por debajo de sus piernas y clavarle una enorme espada desde abajo, lo que consiguió acabar con el monstruo, y todos los caballeros (la mayoría heridos de gravedad) jalearon al recién nombrado Sir Aitor.

Obviamente la historia me la sé porque ayer se la sonsaqué a mi hijo, pero la obra aún no la he visto. La ropa medieval para la obra la ha adquirido el colegio en Eviltailors y ya nos han avisado de que son trajes estándar, para que otros alumnos de la escuela puedan usarlos otro año, así que es posible que tengamos que adaptar el tamaño de los mismos a la talla de nuestros hijos. Ilucine, una empresa de iluminación, ha cedido parte de su equipo para la representación en el salón de actos, ya que el colegio no podía sufragar todos los gastos. Y yo no puedo estar más orgullosa porque es la historia mágica y fantasiosa de mi hijo la que va a luchar contra el acoso escolar y la que ha convertido a un niño tímido e introvertido en un héroe de leyenda.

Ojalá todo fuera tan fácil… ¿verdad?

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