¿Cuál pensáis que es la relación más especial para los niños y niñas pequeñas? Como seguramente muchos y muchas estéis pensando, los abuelos y abuelas son la respuesta a esa pregunta. Hay un montón de menores que, desde que son bebés, generan una relación de lo más especial con aquellas personas que van dos generaciones por delante. Los abuelos y las abuelas permiten a esos recién llegados todo aquello que no permitieron a sus hijos e hijas en su día. Y es que estamos hablando de que el binomio abuelo-niño es sinónimo de amor del bueno.
Los nietos y nietas consideran especiales todos aquellos momentos que viven con sus abuelos y abuelas. Son momentos que recordarán durante toda la vida, incluso cuando ellos mismos hayan llegado hasta la edad de jubilación y hayan dado luz a otras dos generaciones más. La ternura es una de las características que más y mejor define esas relaciones entre pequeños y mayores. En una sociedad como en la que estamos, hay pocas cosas que nos evoquen esa ternura tanto como la relación de la que venimos hablando. ¿Acaso puede haber algo más bonito que dos personas tan diferentes pero tan similares queriéndose?
Que haya abuelos que convivan con nietos bajo el mismo techo es algo que es bastante habitual en un país como el nuestro. Según una publicación del portal web Infolibre, en España eran 688.058 los hogares en los que convivían tres generaciones de la misma familia en situación de pobreza. Fijaos que solo estamos hablando de hogares pobres. Si tuviéramos en consideración todos los hogares, probablemente sería mayor ese número, aunque bien es verdad que la inmensa mayoría de abuelos que viven con nietos lo hace a causa de una precaria situación económica familiar.
El portal web Forbes informaba, por su parte, de que los abuelos cuidan al 55% de los niños de las madres y padres que trabajan. Al menos eso es lo que ocurría en México y lo que también pasa en un país como el nuestro. A nadie se le escapa que la labor de los abuelos es fundamental en la educación y el cuidado de los nietos… y estos últimos, que lo saben perfectamente, les devuelven el favor con todo el cariño que son capaces de acumular, que no es poco. Y eso por no hablar de la colaboración económica de los abuelos y abuelas con sus hijos a la hora de mantener a la familia libre de penurias económicas, una situación que, por desgracia, ha sido bastante común en España desde la crisis económica iniciada en el año 2008.
La relación entre abuelos y nietos es una de las más sinceras de todas cuantas existen. Por eso, cuando los primeros van haciéndose mayores y empiezan a escribir sus últimas líneas, los pequeños pueden tener indicios de depresión. Los profesionales de Cuidado en Casa nos han comentado que los padres y madres, a tal efecto, apuestan por diferentes servicios a domicilio para el cuidado de mayores a fin de que estos mantengan lo máximo posible su estado de salud.
Los abuelos, esa suerte de la vida
Debemos tener en cuenta la gran suerte que tenemos al conocer a nuestros abuelos, porque no es tan habitual en todos los lugares del mundo que los niños puedan llegar a conocerlos. En lugares donde la esperanza de vida es más pequeña, es difícil que pueda haber tres generaciones que se conozcan entre sí. Esto es bastante habitual en lugares de África o de Sudamérica, donde la vida es completamente diferente a la que conocemos en nuestro país.
Podemos considerar que, a fin de cuentas, los abuelos son esa suerte de la vida de la que no podemos prescindir y que suponen una suerte de la vida. Desde luego, hay que valorar lo importante que es esto para nosotros cuando somos jóvenes. Sin los abuelos y las abuelas, la verdad es que la vida sería un poco más triste y nuestra juventud no sería la misma. No cabe la menor duda de que el papel que juegan los abuelos en la vida de sus nietos es algo que a los segundos les va a marcar para siempre.
Ver cómo los abuelos se van degradando con el paso de los años es algo para lo que hay que estar preparado. No es fácil asistir a una cosa así, y más si los abuelos viven con los nietos. Nuestro deber como padres y madres es, por un lado, hacer todo lo posible para que nuestros mayores tengan la mejor vejez posible y para que los más pequeños, por otro lado, vayan comprendiendo que la vida tiene un límite y que hay que aprovechar el tiempo que tenemos con los nuestros.