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La regla de los 4 regalos

Parece mentira, pero ya está aquí de nuevo: ¡ya casi es Navidad! Y digo casi porque en el calendario aún quedan unos días, pero el ambiente en la calle, los comercios, la decoración…está llegando para quedarse.

Es una época controvertida. No conozco a mucha gente que no las haya disfrutado de niños, pero la realidad es que crecemos, parece que se acaba la magia y la ilusión se desinfla. Menos mal que siempre hay segundas oportunidades (para casi todo) y, para las navidades, llegan en el momento en que nos convertimos en padres o en tíos, lo que se dé antes.

¿Por qué ponernos reglas para regalar?

Es obvio que a todos nos gusta recibir regalos, incluso hay muchísima gente que disfruta haciéndolos. Si se hace con cariño, es casi un arte el regalar: pensar en la otra persona, elegir cuidadosamente su regalo, preparar el paquete y, ¡por fin! ver la cara con la que es recibido, muchas veces, no tiene precio. Por eso también es tan difícil seguir unas normas…

Lo cierto es que, hoy en día, es más común que los niños y niñas reciban regalos, no sólo en navidad, si no en muchos momentos del año. Ya no sólo se reciben regalos en fechas señaladas, como pueden ser cumpleaños o algo más puntual, si no que pueden reciben con cierta inmediatez lo que desean, y es por eso que la comunidad de psicólogos habla de un término, relativamente nuevo, y es el del síndrome del niño hiperregalado. Dicho así puede parecer algo extraño, pero se trata de los niños que no valoran lo que reciben y su atención y su emoción, se centra no en disfrutar de lo que tiene, si no en seguir abriendo y abriendo regalos sin parar: pasar de abrir uno a otro.

Esto ocurre muchas veces porque los padres o incluso la familia intenta compensar con regalos, la falta de tiempo que pueden pasar con sus hijos, nietos o sobrinos. Sustituir nuestra presencia con cosas. Esto puede llevar a los niños a perder la ilusión, a dejar de apreciar el regalo en sí. Sin darnos cuenta convertimos a nuestros pequeños en grandes consumistas. Ahí es donde se localiza el problema.

Está demostrado que un exceso de juguetes puede ser perjudicial, pudiendo provocar en los niños:

  • Baja tolerancia a la frustración: recibir todo lo que desean, sin ser conscientes del esfuerzo que el que regala ha llevado a cabo, puede convertirlos en personas egocéntricas, que no sean capaces de lidiar con la frustración que conlleva no obtener todo lo que se desea y no tenerlo de forma inmediata.
  • Sobreestimulación: la misma emoción del momento ya es estimulante. Si a eso le sumamos montañas de paquetes de colores, la familia, la foto de rigor abriendo cada regalo, es lógico que el niño sea incapaz de centrarse en los regalos, prestarles atención y dedicarse a jugar con ellos.
  • Limitación de la fantasía: muchos de los juguetes de hoy en día se centran en desarrollar algunas de sus capacidades cognitivas, motoras, etc, y parece que olvidan que el juguete es para jugar. Cuando la actividad es tan dirigida se provoca falta de motivación y una pérdida considerable de imaginación.
  • Pérdida de la ilusión: el tener tantos juguetes hace que los niños no valoren lo que reciben y que pierdan la ilusión de su contenido. Como ya hemos comentado, aquí el “placer” se encuentra en abrir un regalo detrás de otro.

Muchas familias, que son conscientes de cómo esta forma de regalar puede afectar a los más pequeños de la familia, han optado por llevar a cabo lo que se denomina “La regla de los 4 regalos”. Según esta regla lo que se propone es regalar:

  1. Algo que se pueda usar: en esta categoría entra ropa, calzado, accesorios…La realidad es que los niños crecen muy rápido y no está de más aprovechar esta época para renovar un poco su armario. Aunque en principio pensemos que recibir una prenda de este tipo no les puede hacer ilusión, si la elegimos con mimo y buscamos algo un poquito más especial, seguro que acertamos. Vestidos con volantes, lentejuelas, faldas de tul, su superhéroe favorito…por suerte, ya sea en tienda física o por la web, hoy en día hay opciones para todos los gustos.
  2. Algo para leer: los libros son un básico, y no sólo para navidad, si no para el resto del año. Para los más peques se convierte en una excusa para compartir un momento especial. Que te lean es uno de los recuerdos más bonitos que podemos tener. Para los que empiezan a leer y los grandes lectores, un libro es un mundo ilimitado de posibilidades. Abre nuestra mente a la fantasía, a lugares lejanos, a intereses que pueden convertirse en algo más…La variedad en este terreno es infinita. Si además necesitamos consejo podemos acercarnos a las librerías de nuestros barrios, que nos atenderán con los brazos abiertos y además de llevarnos un regalo, nos llevaremos también la satisfacción de saber que estamos impulsando el pequeño comercio.
  3. Algo que deseen: no vamos a dejar de regalarles ese juguete que le ilusiona, ese que le hace abrir los ojos cada vez que lo ve en un catálogo o sale su anuncio en la tele. Es un buen momento dedicar tiempo a escribir con ellos su carta para averiguar de que se trata, y de paso compartir un rato especial. Al fin y al cabo, eso sí que es la Navidad.
  4. Algo que necesiten: los niños saben de sobra que mamá y papá se hacen cargo de todo lo que necesitan a lo largo del año. Se trata de darle un toque personal y ahora tenemos al alcance de la mano muchas opciones para, por ejemplo, hacer un regalo personalizado con su nombre: está claro que esa mochila especial para el cole, ese instrumento para música o las botas de fútbol para extraescolares, puestas en el árbol por Papá Noel o los Reyes Magos, y personalizadas, tienen otro valor. Como dicen en Marianssports: “lucir una prenda personalizada con tu nombre, te hace único entre tus compañeros”.

Reflexionando

Al final se trata de que cada familia encuentre su fórmula: lo que nos funciona a unos, puede no hacerlo a otros y esto tiene que ser algo que sume, no que nos reste y nos haga más difícil poder disfrutar en familia, que es de lo que se trata. Ojalá podamos dejar de sentirnos culpables por no poder estar con nuestros peques todo lo que nos gustaría y, ojalá sepamos diferenciar cuando regalamos por el mero hecho de regalar o lo hacemos para compensar algo que sentimos que les falta. El exceso de regalos no sólo puede afectar al niño, sino que puede llegar a generar más caos en casa, porque son demasiados, a penas se usan, no tenemos donde guardarlos…Llegados a este punto no está demás enseñarles que podemos darle a ese juguete que ya no usan, que tienen olvidado, una segunda oportunidad. Hay muchas asociaciones que aceptan juguetes en buen estado y es una forma de vivir la solidaridad.

Se trata de poco a poco ir concienciando también a la familia, ya que en familias grandes es normal que los abuelos, los tíos, sientan la ilusión de hacerles un regalo. Centrémonos en su ilusión y por qué no hagamos regalos en común: esa bici tan cara y que tanto desea, que no es asumible para uno, pero si para unos cuantos. ¡Y todos contentos!

Una máxima en relación a todo este tema sería ser conscientes de que el mejor regalo es tiempo para poder disfrutar juntos: regalemos experiencias. Regalos, sí…pero para compartir: compartir tiempo, juegos, risas y atesorar recuerdos.

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