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La endodoncia que puede cambiar tu vida

Dicen que la vida te puede cambiar por muchas cosas. Para bien o para mal. Pensemos en cosas positivas que te pueden cambiar la vida: un buen trabajo, encontrar el amor de tu vida, comprarte una casa, celebrar la liga de tu equipo favorito, ser padre/madre o hacer el viaje donde te hace tener otra perspectiva de la vida. Y luego también hay cosas que te pueden cambiar la vida para peor: un accidente de tráfico, el desamor, un despido, la muerte de un familiar, una enfermedad. Ahora bien, está en tus manos lo de poder cambiar.

Pues en este caso, lo que yo os quiero contar es cómo cambió mi vida tras someterme a una endodoncia. Quizás no lo sepas, pero es un tratamiento que te puede cambiar la vida, en este caso para mejor. Primero os cuento un poco la parte teórica y luego vamos con lo que me supone para mí.

Una endodoncia, aunque es cierto que alguna vez escucharás lo de «tratamiento de conducto».  Pues es un procedimiento que realizan los dentistas que se realiza cuando la pulpa del diente, es decir, el tejido blando dentro de los dientes que contiene nervios y vasos sanguíneos, está infectada o dañada. Y por desgracia, es un problema que tenemos muchas personas, aunque a veces no queremos.

El tratamiento, como nos indican desde la clínica dental Ortodoncia Gran Via 51,  consiste en extraer la pulpa, limpiar y desinfectar el conducto radicular y luego sellarlo con un material biocompatible para evitar futuras infecciones. Se realiza para salvar el diente y evitar su extracción.

Tras valorar que el tratamiento es apto para el paciente, desde la clínica se puede aplicar anestesia en la zona. Tras comprobar que el paciente no siente dolor, se extrae la pulpa dañada y limpia los conductos. Cuando el conducto se encuentra limpio, se procede a sellar e insensibilizar la zona, para eliminar el dolor de manera inmediata y permanente.

Cómo comenzó todo

Os cuanto ahora la práctica, por si alguien ha pasado por este problema o está pasando, y quizás le puede ayudar. Cuando yo comencé a tener estos problemas tenía 45 años. Ya llevaba dos meses con un dolor de muelas que era insoportable. Al principio, no lo hice caso. Era para mí un dolor más de esos que se pasan tomándose analgésicos y creyendo que pasa solo. Pero ponto me di cuenta de que esto iba en serio.

Sin embargo, el dolor se fue haciendo más grande cada día. Y ya me venía afectando en mi día a día, y eso ya es un problema. No puedes estar al 100% porque ni podía concentrarme en el trabajo, además dormía fatal. Y por supuesto lo de comer o cenar era un suplicio. Hasta el punto de que estuve durante dos semanas comiendo purés.

Y todo cambió cuando mi mujer, mi pobre mujer, cansada de verme sufrir, y también pensado en ella. Me obligó a ir al dentista. Una vez en la clínica, el odontólogo me explicó que tenía una caries profunda que había alcanzado el nervio del diente y que la única manera de salvarlo era realizarle una endodoncia. Como siempre pensé en no hacérmelo, pero el profesional ya me  explicó que con anestesia local no sentiría dolor y que este tratamiento era la mejor opción.

Después de la endodoncia, todo cambió, a mejor, por supuesto. No solo desapareció el dolor, sino que también recuperé mis ganas por vivir. Pude volver a dormir bien, a disfrutar de la comida y a ir al trabajo sin problemas.

Aunque la endodoncia es un procedimiento seguro, existen determinados síntomas que nos alertan de que debemos visitar al dentista para no tener que llegar al extremo de someternos a este tratamiento, y es algo que no podemos evitar.

Si os tuviera que decir qué he aprendido de todo esto, pues que hay que hacer caso a las señales que nos ofrece el cuerpo. Son señales que nos indican que hay que ir al médico y que hay que parar. Y como suele pasar en estas cosas, desde ese día me he vuelto un gran defensor de la salud bucodental, y animo a todos mis amigos y familiares a que vayan al dentista en cuanto tengan un leve dolor.

En definitiva, si detectas cualquier anomalía o síntoma de enfermedad en tu boca, no lo dejes pasar, como hice yo. La prevención es la mejor herramienta para evitar complicaciones y molestias, así como para mantener una salud oral óptima. Te lo prometo.

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