¡Proximamente lanzamos nuestro newsletter!

Días
Horas
Minutos
Segundos

Fiestas en verano

Organizar una fiesta infantil -puede ser por un cumpleaños o un reencuentro, o el final de curso- casi siempre comporta unos preparativos y organización previos, pero lo más importante es echarle imaginación. Además de unos divertidos disfraces que les hagan sentirse diferentes, desinhibidos, empoderados, debemos pensar en algunos juegos acordes con su edad, que puedan hacer la tarde repleta de acontecimientos y de situaciones inolvidables. Tener cerca los mejores amigos, esos con los que pasan todos los recreos, a los que les cuentan sus secretos, sus sueños, sus aventuras imaginarias, tomar una merienda de lo más suculenta donde no faltará el chocolate, y jugar y jugar.

Los juegos que siempre les divierten

Alrededor de los dos o tres años de edad, los niños necesitan estimular su fantasía, reírse, y para esto nada mejor que improvisar una sesión de guiñol, es bastante sencillo, usando un mueble con una tela a modo de telón para que sirva de escenario, y los personajes pueden ser marionetas de verdad, o muñecos que ya tengan los niños en casa. Y la historia que vais a poner en escena, sencilla y lo de siempre, con final histriónico que saque las risas más espontáneas del auditorio infantil. Os va a tocar hacer un pequeño guión, será fácil, si conocéis los personajes  y las historias que les gustan a vuestros hijos. Se os podrán ocurrir otros juegos, como el Mío, mío y otros, donde se trata de interactuar con los pequeños, robándoles juguetes que tratarán de recuperar, dejándoles que lo consigan!

Para niños de tres a cuatro años, se pueden improvisar juegos donde se pintan rayas o círculos en el suelo, y donde se trata de saltar avanzando, o metiendo bolas en un recipiente –bolas saltarinas- hay infinidad de juegos de este tipo, y favorecen el desarrollo psicológico, la desinhibición y la psicomotricidad de los niños.

Para los niños de cinco o seis años, lo mejor son los juegos que favorezcan la coordinación de los movimientos. Podemos jugar con ellos a pasarse objetos sin tocarlos con la mano, o una pelota, y en estos juegos se puede meter la música que se prefiera, para animar la marcha del juego, y para marcar sus tiempos de paro y continuación. El clásico juego de las sillas, siempre es muy divertido y anima las fiestas infantiles y de adultos.

Entre los siete y diez años se pueden organizar juegos del tipo gymkhana, donde los participantes debe ir salvando una serie de obstáculos y pruebas en un determinado recorrido, y ganará el niño que antes complete el circuito. Puede tratarse de un tesoro escondido que serán unas cuantas monedas de chocolate, y los niños deberán descubrirlo mediante la resolución de unas cuantas pistas. Este juego es más divertido y adecuado para una zona de jardín, donde los niños puedan corretear a sus anchas, y donde haya objetos y árboles que permitan ir escondiendo las pistas. Las carreras de sacos, correr a la pata coja, agachados… Hay miles de formas de hacer competiciones sencillas para los niños, donde puedan disfrutar y conseguir metas.

Añadir los disfraces a la fiesta infantil

Más allá de lo divertido que pueda resultar, las fiestas populares como el Carnaval, o fiestas del colegio, o privadas, donde los niños se disfrazan, cumplen algunos otros objetivos importantes para el desarrollo de los niños, que se deben tener en cuenta. Romper con lo establecido, tener un pequeño tiempo fuera de las normas, con vestidos extravagantes, de colores vivos y atrayentes, elegir el propio disfraz o colaborar en su confección, participar en otras actividades lúdicas en el colegio, especialmente si es la semana del Carnaval, todo ello colabora en el desarrollo de la personalidad del niño, como aseguran los profesionales de este centro psicopedagógico en Albacete. . El hecho de que se trate de fiestas de toda la comunidad, de ser una fiesta conjunta en la que interactúan los niños y los adultos, son transgresores y se divierten, crea una complicidad muy importante entre los dos mundos, el adulto y el de los niños.

Según Ginnette Muñoz Rocha, directora académica del ISEP, “los disfraces permiten entrar en la sintonía de la fantasía, el desarrollo de los sueños, de la imaginación, de lo deseado, y también consolidar la etapa evolutiva del juego simbólico, en la que los niños aprenden a ordenar su mundo interior a partir de la representación de otros personajes y otros mundos.” El niño aprende a ser creativo para resolver sus necesidades por sí mismo, pasa a ser activo en el proceso de transformación de las cosas para que tengan nuevas utilidades. La idea misma del reciclaje la aprenden cuando se trata de crear un disfraz a través de otras cosas.

Poder cambiar la rutina del día a día, como un privilegio para los niños, también lo es para los mayores. Ese día deberán poder tomar sus propias decisiones, que tengan un espacio de libertad para expresarse sin miedo a ser juzgados.

Los disfraces, junto con la fiesta, los bailes, los títeres o teatro, los juegos, potencian la expresividad y desinhibición de los niños, serán más espontáneos. La empatía mejora, aprenden a ponerse en el lugar del otro, precisamente en el personaje que han elegido, sea un superhéroe, o un Pokémon.

En cuando a las celebraciones del carnaval u otras fiestas con disfraces desde la Escuela, se hace hincapié en no institucionalizar demasiado la celebración para los niños, que no pierda su esencia: Las normas demasiado dirigidas no encajan en la transgresión, el romper las normas, el ejercicio libre de la imaginación… La Escuela debe ofrecer un marco general de ideas a partir del cual los niños puedan expresarse individualmente o en  grupo.

Comparte tu amor
Facebook
Twitter

Noticias relacionadas

Scroll al inicio