Siempre nos queda para septiembre, octubre, noviembre… el año que viene. Por difícil que resulte de creer, la educación en cuestiones de medioambiente y sostenibilidad, no es sencilla de aplicar ni de aprender. No porque se trate de conceptos complejos o difíciles de comprender y asimilar o llevar a cabo. No. En gran medida, se debe a la dejadez y el pensar que todo esto de la sostenibilidad y el cuidado por el medio ambiente no es una urgencia y puede esperar.
Es posible encontrar personas de lo más ecologistas y concienciadas y justo lo opuesto, personas para nada concienciadas con las cuestiones del medio ambiente a las que nada les preocupa e importa. Quizá lo justo es el equilibrio y otorgarle a la educación medioambiental la importancia necesaria. Ni más ni menos. Nada de extremos que todo lo reciclan y condenan o, por el contrario, todo lo dejan en cualquier lugar, tirado, como si no importase. Ningún extremo es bueno porque, como sabemos, los extremos se acaban tocando y se crea un círculo vicioso.
Siendo así, lo mejor es procurar una buena educación en materia de medio ambiente y que esta sea de calidad. Empezar por los más jóvenes para imbuir en sus conciencias todo lo necesario y seguir con los menos conocedores del daño que causamos al planeta con determinadas prácticas y acciones. Lo importante es que todos vayamos por el mismo camino y al mismo tiempo. Se puede esperar a los rezagados pero lo mejor es la unidad. Sabemos que las empresas, como grandes contaminadores, toman todo tipo de medidas al respecto. En Bioplásticos Alhambra, como profesionales del sector del reciclado de plásticos y productos biodegradables, nos aseguran que reciclar es una de las mejores prácticas para preservar el medioambiente. Aunque, como veremos en este artículo, la educación en esta materia, implica algo más.
Formando a una nueva generación: la generación del medio ambiente
Parece mentira que en pleno siglo XXI todavía no tengamos una conciencia social definida y seamos conscientes de que la Tierra es un sistema finito y, como tal, limitado. Esto implica necesariamente que tenemos la responsabilidad de cuidar de nuestro planeta. La educación ambiental es sin duda, la encargada de que sepamos crear conciencia sobre la interacción saludable que debemos mantener con el medio ambiente y nuestro entorno. Con una buena educación en cuestiones medioambientales, se adquiere la conciencia necesaria respecto de la interacción que tenemos con el medio y en qué medida nuestras acciones tienen un impacto sobre el mismo.
Evidentemente, el reciclaje es una de esas acciones que implican una buena relación con nuestro entorno. No se trata de una mera actividad que llevar a cabo de cuando en cuando. Se trata de una forma de enseñar a las generaciones futuras la mejor manera de utilizar de forma eficiente los recursos de los que disponemos en la actualidad. Se trata de gestionar de manera eficiente los recursos naturales y minimizar el impacto a consecuencia de los residuos. En el momento en el que reciclamos, estamos ayudando a conservar los recursos naturales, se reduce la necesidad de tener vertederos y disminuye la contaminación del agua y el aire que se produce a consecuencia de la eliminación de los residuos. Cada pequeña acción de reciclaje, suma y se añada a la cadena de eventos que pueden tener un alto impacto a nivel global.
Reciclar es una de esas acciones que solo implica beneficios. Beneficios en todos los sentidos y en todas las facetas que tiene la sociedad. A nivel ambiental, se reducen los residuos generados que van directamente al vertedero y las incineradoras de residuos. Por otro lado, minimiza la necesidad de extraer, producir y transportar nuevos materiales, que al mismo tiempo, permite que disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero.
A nivel económico, el reciclaje, genera empleo. Por cada trabajo en la eliminación de los residuos generados, se pueden crear cinco puestos de empleo en la industria del reciclaje. Una cifra nada desdeñable. Añadiendo a este hecho el ahorro que puede conllevar para las comunidades el hecho de reducir los costes que conlleva la necesaria eliminación de los residuos generados.
Pasando al aspecto social, reciclar fortalece el sentido de comunidad y responsabilidad compartida por el medio ambiente. Cuando una comunidad entera se compromete con el reciclaje, está dejando patente su compromiso con un futuro sostenible.
Por lo tanto, educar en medio ambiente, en todo lo relacionado con la sostenibilidad y el reciclaje, es algo que debe hacerse desde pequeños. No basta con que los adultos sepan lo que hay que hacer, porque además, muchos no sienten ese arraigo y pasan del reciclaje y todo lo relacionado. Si esta concienciación se inicia desde la edad temprana, es mucho más sencillo calar en la sociedad de forma natural y progresiva, hasta alcanzar el punto de concienciación absoluto.
Empezando por los niños, la mejor manera de enseñar a reciclar
Enseñar a los niños es bastante más sencillo que enseñar a los adultos. En cualquier sentido y prácticamente cualquier ámbito, es mucho más fácil inculcar algo a los más pequeños que al más inteligente de los adultos. Es algo natural, el aprendizaje tiene sus grados, niveles y etapas y, algunos conceptos, los que se quieren arraigar, deben aprenderse desde pequeños. Es así y no hay más. Por lo tanto, como podemos enseñar a los niños sobre la importancia del reciclaje es una pregunta con fácil respuesta. Para que el aprendizaje se lleve a cabo de forma eficaz y atractiva, basta con seguir algunas pautas:
- Diversión ante todo. Hacer que reciclar sea divertido, transformándolo en un juego, es una excelente manera de transmitir este valor a los más pequeños. Crear contenedores de reciclaje personalizados y animar a los pequeños a clasificar los diferentes residuos en las diferentes categorías, puede resultar tan divertido como eficaz.
- Enseñar mediante la práctica es otra de las mejores formas de inculcarles el valor del reciclaje. Llevar a los niños a un centro de reciclaje para que vean in situ como se procesan los materiales reciclables y comprobar que realmente, el esfuerzo vale la pena.
- Involucrarlos en un proyecto creativo relacionado con el reciclaje. Los de carácter artesanal y artístico, son ideales. Muchos de ellos pueden realizarse utilizando materiales reciclados, así los pequeños aprender a reutilizar elementos que pueden tener más de una vida útil.
- Leer libros relacionados con el reciclaje, es esencial. Los libros son la herramienta por excelencia de la enseñanza. La base de todo conocimiento reside en los libros aunque sea la práctica la que ayude a fijarlos.
- El ejemplo como insignia. Los niños aprenden lo que ven y copian lo que hacen los mayores. Si ven que quien enseña está comprometido con la causa, con mayor probabilidad seguirán el ejemplo.
La educación ambiental no es solo una responsabilidad para con el planeta, es una oportunidad para crear conciencia en las generaciones futuras y, así, sentar las bases para poder moldear un futuro más sostenible.
En consecuencia, la educación ambiental debe llevarse a cabo tanto en casa como en la escuela. Es misión de los padres convertirse en referentes de sus hijos. Por lo tanto, los padres deben ser los primeros que tengan esa conciencia medioambiental necesaria. Está en su mano moldear las actitudes y comportamientos de los hijos en lo que respecta al medioambiente. Implicar a los más pequeños en las tareas de forma respetuosa con la naturaleza, la correcta separación de los residuos y el respeto por todo lo relativo al medio ambiente, es la manera más eficaz de inculcar los hábitos sostenibles más adecuados.
Organizar actividades familiares que impliquen limpieza de parques locales, haciendo que la actividad se convierta en una suerte de protección del medio ambiente y, por consiguiente, una parte natural de la rutina diaria, es una buena manera de fomentar esa concienciación.
Por otro lado, las escuelas deben ser igualmente parte activa de dicha educación, puesto que juegan un papel fundamental en la promoción de los comportamientos más respetuosos con el medio. Mediante programas de gestión de residuos, las escuelas pueden y deben, enseñar a los alumnos la importancia que tiene el hecho de reducir, reutilizar y reciclar. Organizar colectas de papel y plásticos, alentar a los estudiantes a que lleven sus desechos reciclables a la escuela o promover proyectos que impliquen a los estudiantes, como realizar obras de arte con materiales reciclados, ayuda a fomentar la citada reutilización creativa.
Con todo esto, la clave para fomentar este tipo de hábitos sostenibles y que estos perduren, es llevar a cabo este tipo de prácticas de forma que se conviertan en una parte integral de sus vidas. En este sentido, como en muchos otros, la consistencia es necesaria y, al establecer ciertas rutinas de reciclaje en casa y que estas se apoyen en la escuela y viceversa, los hábitos, terminarán por arraigar con mayor profundidad. Resulta por igual crucial, mantener el tema del reciclaje y la sostenibilidad de forma relevante y atractiva a medida que van creciendo para que sigan explorando y ampliando la comprensión hacia los temas ambientales.
En resumen, crear conciencia, educando y llevando a cabo prácticas de reciclaje y actividades sostenibles, desde la edad temprana.