“¿Y ahora qué hago? ¿Cómo soluciono mi problema?”, pensaba yo. Mi problema es que mi madre, con una edad avanzada y una demencia desde hace unos años, vivía conmigo en mi casa, pero cuando nació mi hijo y tuve que reincorporarme a mi puesto de trabajo, no podía seguir cuidándola, por lo que busqué un residencia de ancianos que reuniera una serie de condiciones, y pedí información en la residencia de ancianos Benviure de Barcelona. En primer lugar, porque se encontraba cerca de mi casa, con lo cual podría visitarla frecuentemente. Y en segundo lugar, porque las referencias que tenía de ella eran excelentes, tanto a nivel instalaciones como de la profesionalidad de las personas que allí trabajaban.
En un primer momento me planteé cómo se integraría mi madre en un lugar para ella extraño y con gente totalmente desconocida. Pues sorprendentemente para mí lo hizo muy bien, porque allí había muchas personas con sus mismas características y de su edad.
Uno de los problemas de las personas de avanzada edad es su aislamiento social, bien sea por motivos derivados de problemas de salud, por falta de movilidad, o porque su familia se ha trasladado a otra ciudad por motivos de trabajo, por fallecimiento de seres queridos, familiares, amigos, etc. Este aislamiento conlleva la mayoría de las veces a un estado depresivo y un deterioro cognitivo, que unido a una mala alimentación, hace que el deterioro físico y mental sea mayor.
Estos centros aparte de contar entre su personal con médicos, enfermeros y geriatras, también tienen personal en terapia ocupacional que se encarga de incentivar la autonomía personal y organizar diversas actividades y talleres de manualidades, de estimulación y de memoria para que cada anciano, dependiendo de sus condiciones físicas, facultades o aptitudes, pueda o desee realizarlas. Asimismo, también tienen personal especializado en fisioterapia y nutricionistas para adaptar la dieta a las necesidades específicas de cada anciano.
La tendencia actual en este tipo de instalaciones no se limita a un edificio cerrado, sino que la mayoría de residencias tienen amplios jardines donde las personas válidas puedan pasear, hacer algo de ejercicio o tomar el sol. Incluso a los que les gusta la jardinería les reservan un recinto donde pueden plantar y disfrutar de sus plantas y flores. Lo mismo sucede con las personas a las que les gusta la huerta, que pueden sembrar y cultivar un pequeño huerto, con lo cual están entretenidos, disfrutan y al mismo tiempo hacen algo de ejercicio. También hay residencias que utilizan a los perros como terapia, pues ellos les ofrecen cariño, los pueden tocar, abrazar, y les traen recuerdos del pasado, y recordar es beneficioso para ellos, les hacen reír y los estimulan mentalmente, por lo que esta terapia con animales está teniendo muy buena aceptación.