Por mucho que pasen los años, los vestidos son una de esas prendas básicas en el armario de cualquier niña. Lógicamente, han cambiado los diseños y materiales. Te ayudamos a elegir el más adecuado para tu hija.
Hablando con las dependientas de Blau i Rosa, una tienda online de referencia en moda infantil en Valencia, nos cuentan que el vestido de una niña, además de ser encantador, debe ser cómodo y funcional. Es importante que la ropa que se pongan los niños no impida su libertad de movimiento.
Varias amigas con las que he hablado me comentan que sus hijas les han salido muy femeninas. Le gusta llevar vestidos y están orgullosas de hacer cosas de niñas. Con lo unisex que eran ellas. Que solo querían ponerse pantalones y jugar a lo que jugaban los niños.
Aunque parezca un retroceso, no lo es, más bien, todo lo contrario. Las niñas buscan reafirmar su identidad y marcar la diferencia. Sintiéndose orgullosas de lo que son. En todo caso, el problema radica no en cómo se vistan o cómo hablen, sino en cómo permiten que les traten los demás. En los tiempos que corren, esto es un valor realmente positivo. No debemos tender a la uniformidad. Si no a tratar a todo el mundo por igual con independencia de su género, su aspecto y sus características.
Esta reafirmación femenina, que también se observa en las niñas, ha hecho que, por lo general, las niñas de hoy en día acepten los vestidos como una opción personal y no como una imposición de las madres. Ahora bien, los vestidos de ahora, no son los de antes. Estas son algunas cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de comprar vestidos para nuestras hijas.
Ventajas de llevar vestidos.
El Recomendador de Mundo Deportivo, una sección de la edición digital de este periódico, opina que poner vestidos a las niñas potencia su autoestima. Ellas se ven guapas y cómodas, y por tanto se sienten más seguras para relacionarse con otros niños y emprender sus actividades. Van a recibir halagos de los demás. No es que una niña se vista para gustar a otros. Se deben gustar a ellas mismas, pero a nadie amarga un dulce.
Además de este aspecto emocional, los vestidos tienen una serie de ventajas físicas para el estilo de vida de una niña. Estas son algunas de ellas:
- Es una prenda cómoda. Al dejar las piernas libres, los vestidos ofrecen una libertad de movimiento que pocas prendas permiten. Con esta ropa pueden correr, saltar y jugar sin ningún tipo de impedimento. Tienen muchas características de la ropa deportiva, sin llegar a serlo.
- Es una prenda fresca. Para el verano, los vestidos son ideales. Al llevar las piernas y los brazos al descubierto, nuestra hija pasará menos calor y se sentirá más cómoda.
- Una prenda versátil. El vestido es una prenda increíblemente versátil. Dependiendo de los complementos, el peinado y el calzado que pongamos a la niña, lo mismo le sirve para acudir a un evento más formal, como puede ser ir a una boda o una comunión, o ir a ver a los abuelos, como para ponérselo a diario. Claro, esto depende del diseño, pero por lo general, un vestido es una prenda que las madres pueden aprovechar en cualquier ocasión.
- Fácil mantenimiento. Un vestido de algodón, por ejemplo, a penas requiere plancha. Lo lavamos, lo tendemos y lo guardamos doblado en el armario o tendido en una percha y ya está disponible para volvérselo a poner.
Características de los vestidos de niñas.
Debemos partir de que el vestido de una niña debe ser ante todo cómodo. De ahí, que prestemos especial atención en la confección y en la calidad de la tela. Estas son algunas características que la prenda debe reunir:
- Corpiño ajustado. La parte del tronco debe estar formado por un tejido elástico que se le quede pegado al cuerpo, de forma que actúe como una especie de mallot que no obstaculice sus movimientos.
- Falda corta y acampanada. Es mejor vestir a las niñas con vestidos de falda corta, que les lleguen por encima de la rodilla. Los vestidos largos se los pueden pisar y caerse. Por otro lado, la forma acampanada de la falda facilita sus movimientos.
- Cintura con trabillas. Las trabillas ayudan a que la cintura de la falda se ajuste en su sitio. Sin que el vestido se suba o se baje aunque la niña juegue en el parque.
- Cierre lateral o trasero. Cerrar el vestido con una cremallera en la espalda, a la altura del cuello facilita, que podamos poner o quitar el vestido fácilmente y que no se abra de forma inesperada. Los vestidos de tirantes con botones, como si fuera un peto, son otra opción interesante que permite, además, que la niña se pueda vestir sola.
- Sin mangas o con mangas ajustadas. Las mangas son otro aspecto importante del vestido. Las mangas largas y anchas pueden hacer que la niña se las enganche con cualquier cosa, haciendo que se sienta incómoda.
- Escote redondo o en V. El escote, además de tener un efecto estético, contribuye a la comodidad de la prenda. Debemos evitar cuellos demasiado cerrados que agobien a la niña.
- Yo no soy muy partidaria de comprar vestidos con adornos aparatosos. Para esta temporada se han puesto de moda los vestidos con grandes lazos y mangas abollonadas. Creo que esto dificulta la movilidad de las niñas. Más vale comprar un vestido con un dibujo gracioso en el pecho o con un estampado resultón, que adquirir vestidos demasiado pomposos.
Una niña no es una muñeca, ni una mujer en miniatura.
En los años 80, Joaquín Sabina ya decía eso de “las niñas ya no quieren ser princesas”. Hoy, más que una opinión es una realidad. Quién iba a decir que el tiempo le iba a dar la razón al bueno de Sabina. Hablando de vestidos para niñas, la revista Hola afirma que la tendencia es la de princesas guerreras.
Las niñas ya no se fijan en las princesas Disney, vulnerables y delicadas, que esperan a ser rescatadas por un príncipe encantador. Si acaso, un buen referente es Mulán. La princesa que se enroló en el ejército para impedir que su padre fuera a la guerra. Con su valentía e inteligencia salvó a China de la invasión de los mongoles, sorprendiendo a todo el mundo al descubrir que era una mujer.
Otro referente puede ser Zenda, el personaje femenino de videojuegos, que sin esconder ante nadie su condición, se enfrenta a cualquier enemigo que se le ponga por delante. Hoy, el perfil que cautiva a las niñas es el de chicas femeninas, pero empoderadas. Las chicas no son menos que los chicos, pero no son iguales.
Un error que cometemos las madres y las abuelas al comprar ropa a las niñas es intentar vestirlas como adultas. Es cierto que la ropa infantil se inspira en cierta manera en la ropa de los mayores. Uno de los primeros referentes que tienen los niños son sus padres, también en lo estético. Pero la ropa infantil no es una copia de la ropa adulta. Más bien es una interpretación que los niños hacen del mundo de los mayores, que suele reflejar mayores cotas de imaginación y creatividad que el resto de la moda en general.
Por eso, antes de comprar ropa a los niños es importante recabar su opinión. Que ellos participen en la elección de las prendas. Después de todo, ellos son los que la van a utilizar.
¿En qué debemos fijarnos al comprar un vestido a una niña?
Hay cuatro elementos que son importantes a la hora de comprarle un vestido a nuestra hija. Debemos fijarnos en ellos antes de adquirir la prenda. Son estos:
- Confección y calidad de la tela. Debemos optar por vestidos fabricados con telas de calidad, que sean resistentes y, al mismo tiempo, suaves con la piel. Revisar bien las costuras y cierres de la prenda, de forma que no dañen a la niña ni se rompan fácilmente.
- Comodidad. Como hemos visto, este es uno de los rasgos principales de la ropa infantil. Debemos asegurarnos de que la prenda que compramos no apriete a la niña por ningún lado, pero tampoco que le quede demasiado holgada. Corremos el riesgo de que el vestido pierda su forma.
- Diseño. Aquí debemos tener en cuenta los gustos y personalidad de la niña. Escuchar su opinión. La ropa que se pone le ayuda a expresarse ante los demás y a sentirse segura cuando la viste.
- Gama de colores. Aunque no hemos hablado de este aspecto, la ropa infantil se caracteriza por su colorido variado. Debemos escoger colores vivos que combinen con el tono de piel de la niña y con otras prendas que tiene en el armario, como zapatos, accesorios, chaquetas, etc.
Lo bueno de los vestidos es que es una prenda que nunca pasará de moda y si a la niña le gusta se lo pondrá con regularidad.