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Un reportaje de fotos familiar

Siempre me ha hecho mucha ilusión tener un buen reportaje fotográfico en el que aparezca toda la familia guapa, arreglada y sonriente. Me parece un recuerdo precioso pero no he querido hacerlo antes porque los niños eran demasiado pequeños y no se iban a estar quietos. Ahora, sin embargo, creo que es un buen momento.

Nos pusimos en contacto con este fotógrafo de boda en Asturias porque nos dijeron que era el mejor de la zona a pesar de que lo nuestro era una petición muy diferente. Le explicamos un poco lo que queríamos y aceptó en cantado dicha petición.

Ahora nos quedaba la segunda parte, lo de estar todos guapos. Para empezar, lo ideal sería contratar a alguien que nos pusiera de punta en blanco para ese día pero la realidad es que somos 5 y eso es mucho dinero así que opté por los favores y el “hazlo tú mismo”. Lo primero que tenía que arreglar era mi pelo y el de mi hija. Ha heredado de mí el tipo de cabello y es horrible: finísimo, lacio, completamente liso, sin formas y con tendencia grasa, pero yo quería que se nos viera una melena preciosa en las imágenes así que lo que hice fue olvidarme de los típicos productos de supermercado y comprar estos productos de peluquería profesionales en Pelumarket, una tienda online que tiene casi de todo a muy buen precio.

Organización y tiempo

Debéis tener en cuenta que todo esto hay que hacerlo con tiempo. No pretendáis comprar el producto hoy y haceros las fotos la semana que viene con un pelazo impresionante. El tratamiento lleva su tiempo y eso hay que tenerlo en cuenta. Yo compré los productos dos meses antes y el cambio fue impresionante, de hecho sigo usando esos productos porque el precio merece la pena teniendo en cuenta los resultados que ofrecen.

El siguiente paso era el maquillaje. Obviamente ni mi marido ni mis hijos iban a necesitar mucho maquillaje pero yo sí, algo natural y sin exageraciones pero que se notara un poco: quería salir preciosa en las fotos para la posteridad. Ahora bien, que ellos no vayan a llevar ralla en el ojo o antiojeras y pintalabios, no significa que no puedan tener algo de color, así que convencí a mi marido para que me dejara ponerle polvos traslúcidos que evitara los brillos, tanto a él como a mis dos hijos, y para la niña usé esos mismos polvos con un poco de colorete y brillo de labios, preciosa.

La ropa la quería casual, del día a día. Nada de vestidos típicos de boda o de comunión porque nosotros no vamos así ningún día del año y sería ridículo intentar recordarnos de esa manera. Opté por los vaqueros, los pantalones “chinos” y las camisas elegantes para todos. Los peques llevaban camisas de colores, ellos roja y azul, y ella de un tono rosa pastel, los papis optamos por el blanco impoluto y creo que fue todo un acierto.

Hoy en día se lleva mucho eso de hacer un reportaje fotográfico a los bebés cuando apenas tienen un par de semanas. No es que critique esta práctica, me parecen unas fotos muy tiernas, pero yo lo que quería era ver ese recuerdo familiar y vernos a nosotros mismos reflejados en esas imágenes, y os puedo asegurar que mi hija, con un mes de vida, no posaba divina de la muerte entre algodones. Como mucho, lo que hacía era llorar, berrear y agarrarse a mi teta buscando cobijo y alimento y un foto de esa guisa no habría quedado muy bonita.

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