Es curioso el mecanismo de los niños en cuanto a comida se refiere. Todo lo que comen les entra por los ojos, así que si tiene buen aspecto querrán probarlo. Ahora bien, tiene que ser algo que les llame verdaderamente la atención porque, sino, no suelen querer probar cosas nuevas. Mi sobrina, por ejemplo, es una fanática de los “fideítos” y las pechuguitas de pollo, no la saques de ahí porque entonces no querrá comer. De hecho, para que coma algo de pescado, su madre la engaña diciéndole que el filete de emperador es pechuga y la niña, pobre ingenua, se lo come.
Por eso cuando la semana pasada conseguí que comiera pescado sin rechistar, incluso que pidiera más, y que al día siguiente quisiera comer verduras, su madre me dijo que iba a hacerme una fiesta y, de paso, iba a dejármela todos los fines de semana (cosa que ya no me hizo tanta gracia porque yo a la enana la adoro pero de vez en cuando necesito fines de semana libres).
Probablemente estaréis preguntándoos cómo lo conseguí, y eso es lo que he venido a contaros por petición expresa de mi hermana quien es asidua a este blog y quiere compartir con sus lectoras mi truquito especial.
Con trucos y sin ellos, todo vale
Colores. El truco para hacerles comer pescado está en los colores, o al menos a mí me funcionó. Mi plan para el sábado por la noche era pasar una velada tranquila con mi sobrina en casa pero me llamaron unas amigas con ganas de tomar el aire y pensé ¿por qué no? Me llevé a la enana a merendar al McDonald’s y le dije que por la noche íbamos a ir a un restaurante muy chulo, pero que como sabía que no le iba a gustar prefería que merendara bien algo que sí le gustara.
La niña se comió la hamburguesa bastante bien, se dejó algo de patatas pero eso es lo que menos me importa, y luego la llevé un rato al parque hasta que aparecieron mis amigas. La peque se portó genial, no tengo quejas, pero lo que no esperaba es que me pidiera cenar con nosotras.
Ensosushi fue el restaurante seleccionado que tiene sedes en toda España, aunque nacio como restaurante japonés en Alicante. Pedimos varios platos de sushi y un par de timbales de pez limón. Al principio mi sobrina estaba allí, con su coca-cola, escuchando nuestras conversaciones y poco más, pero al cuarto de hora de empezar a comer le llamarón la atención los colores del sushi y me pidió probar un poco. Le encantó, y tuvimos que pedir dos bandejas más para que ella cenara de nuevo.
A la mañana siguiente, cuando hablé con mi hermana por teléfono y le dije que había estado comiendo sushi, me dijo que no se lo podía creer, que la nena odiaba el pescado, y acabó diciéndome que solo me faltaba conseguir que comiera verdura para ser su heroína. Eso me dio una idea, así que le dije a mi sobrina que para comer íbamos a tener pizza. Encargue una pizza a domicilio cuatro estaciones y otra con verduras, atún con cebolla, calabacín, aceitunas y rúcula, las dos con extra de queso ¿y sabéis qué? Comió de ambas pizzas ¡y trozos enormes!.
El truco, como veis, está en conseguir que la comida sea apetecible a ojos de los niños. Si hacemos eso, comerán lo que sea.
Dales lo que les gusta
Lo que no podemos hacer es pedirles que se coman un hervido de patata, cebolla y judías y que encima estén contentos porque lo normal es que los niños vean este tipo de comida y piensen que pueden comer cualquier otra cosa después que sepa mejor que eso, y no es que no deban comerlo, es que no se les ha acostumbrado (por regla general) a hacerlo, así que es mejor ir moldeándolos poco a poco.
A casi todos los niños les encantan los espagueti con tomate, o los macarrones, así que vamos a empezar por ahí. El primer día se cambia el tipo de tomate por uno ecológico y cocinado de forma artesanal, puedes hacerlo tú misma pero si no te es posible por falta de tiempo el de Hida es totalmente recomendable. Otro día, a la hora de hacer la salsa, metemos una cebolla y la picamos junto a la carne, en la picadora, de forma que no se distinga ni un solo trozo, y se sofríe. Al poco tiempo ya podemos añadir un poco de pimiento rojo que pueda confundirse también con el tomate y así, poco a poco, vamos cambiando la receta rápida de los macarrones con carne picada y tomate por un buen plato de pasta a la boloñesa totalmente saludable.
Se trata de ir poco a poco, sin que lo noten, y después ir diciéndoles que ellos sí comen verduras, en la pasta, en la pizza, en los rollitos de primavera del restaurante chino, para que se les quite de la cabeza esa canción que se han aprendido y que siempre dice: «no me gustan las verduras». Al final, todo cambia, con paciencia, eso sí.