No hay nada más injusto en esta vida que no devolver el buen trato que uno recibe. Y si, además, en este contexto entra en juego algún familiar, todavía peor. El cariño, el amor o el cuidado son cuestiones que no valen dinero y que pueden ser contraprestadas con cariño, con amor y con cuidado. En la sociedad actual está comenzando a desarrollarse una tendencia muy peligrosa como lo es la de olvidarse de todos aquellos que dedicaron parte de su vida a que la nuestra fuera mejor. Y esa es una canallada de la más alta graduación.
En España, este problema existe y se está produciendo de manera cada vez más preocupante entre las familias. Los encargados de sufrirlo suelen ser siempre los mismos: los abuelos. Estos constituyen, sin lugar a ninguna duda, el grupo de población que más se desprecia, menos se valora y que más prescindible nos parece a los españoles. Y esta percepción está cargada de una injusticia que es cruel y despiadada.
Todos y todas, cuando somos pequeños y pequeñas, necesitamos los cuidados que nos proporcionan los abuelos. El amor que profesan los abuelos por los nietos es tan grande que cualquier conato de crítica o riña que ejercen los padres hacia los hijos les parece injustificado. Todo es perdonable de abuelos a nietos. Todo lo que hagamos les parecerá bien. Nada les hará más felices que comprobar que sus nietos también lo son. Y de todo esto nos tenemos que acordar los nietos a largo plazo. No existen excusas para apostar por lo contrario.
Por desgracia, en España no todos los ancianos son tratados del modo en que tanto se merecen. El diario 20 Minutos advirtió en un artículo en junio de 2016 de que el 7% de los ancianos en España sufrían algún tipo de maltrato y que sólo 10 de cada 100 se atrevían a denunciarlo. Claro, ¿qué van a denunciar ellos si lo primero que quieren es la felicidad de su familia, la cual ponen por delante de la suya propia? ¿Por qué iban a denunciar algo que haría daño a sus seres queridos?
Todos los abuelos merecen ser tratados de un modo inmejorable. Ellos constituyen una importante manera de reforzar los lazos entre todos los miembros de la familia y también constituyen un apoyo primordial para los más pequeños. Son sus cómplices. Los más jóvenes confiarán más en ellos que en sus propios padres para según qué cosas y lo cierto es que eso no es en absoluto algo negativo. Por eso es imprescindible garantizar que los abuelos se encuentran en el mejor cuidado posible. Es cierto que en la sociedad en la que vivimos apenas queda tiempo para cuidar a nuestros seres queridos del modo que realmente nos gustaría. Pero para eso están entidades como Bi2t, que sin ninguna duda se han erigido como un punto de apoyo inmejorable para muchas familias que cuentan con ancianos en su seno.
Bi2t es, desde hace ya un tiempo, una referencia en lo que tiene que ver con cuidados asistenciales y sanitarios a las personas de la tercera edad. Sus profesionales son expertos en todo lo que está relacionado con asear a los ancianos, acompañarles en cualquier momento, moverles y, en definitiva, en hacer que su vida sea mucho más fácil una vez que sus hijos o su familia no puede atenderles.
También existe la posibilidad de ingresar en un centro de día como Centro Frama. Este tipo de centros para ancianos son muy interesantes para aquellas personas mayores que necesitan ayuda pero siguen queriendo vivir de forma independiente o en casa de familiares. De este modo consiguen la ayuda que necesitan durante el día, hacen excursiones y actividades muy beneficiosas para ellos al tiempo que siguen teniendo su vida de costumbre.
Cuanto más duren, más felices y sabios serán los niños
Existe un dicho común que afirma que un abuelo o abuela es un pozo de sabiduría. Esta es otra gran realidad. Sabe más el diablo por viejo que por diablo. Los abuelos acumulan una experiencia que a los más pequeños les puede servir (y les servirá casi con total seguridad) a lo largo de toda su vida. Por eso, cuanto más cuidemos a nuestros ancianos más beneficios podrán obtener los más pequeños de ellos. Y esos beneficios pueden ser de una envergadura enorme. Y seguirán vigentes una vez que nuestros mayores ya no estén.
Nos arrepentiremos mucho, jóvenes y no tan jóvenes, si no somos capaces de cuidar a nuestros mayores como es debido. No hay nada más triste que ver cómo a un anciano se le han acabado las ganas de vivir, de luchar por su familia y de ver los logros que a ella rodean. Evitar que ese tipo de penosas situaciones se desarrollen es posible y, de hecho, es lo que hay que intentar desde todos y cada uno de los miembros de la familia. Así también haremos posible que esa vergonzosa tasa de maltrato a los ancianos también se vea reducida.