Nuestros hijos están empeñados en acoger a un cachorro de bichón maltés en casa y no lo tenemos claro. Mantener a una mascota y cuidar de ella es una gran responsabilidad que debemos estar dispuestos a asumir antes de tomar la decisión, pero ¿somos conscientes de los beneficios que aportan los cachorros a los niños?
El concepto de inteligencia emocional es un término de relativa modernidad, que refiere el conocimiento y manejo de las emociones en los otros. Es decir, la capacidad de un ser para entender y comprender las emociones de aquellos con quienes se relaciona y así poder fomentar y desarrollar sus relaciones sociales.
En el caso de los niños ejercitar y potenciar su inteligencia emocional resulta crucial para favorecer un desarrollo pleno y una capacidad natural a la hora de actuar en las distintas situaciones que se le vayan planteando a lo largo de su vida. Hacer de nuestro hijo una persona comunicativa, plena y equilibrada puede resultar más fácil si este convive con una mascota.Numerosos estudios científicos avalan los beneficios que los animales domésticos reportan en las personas, desde físicos a mentales, mucho más si se trata de niños. Los pequeños que conviven con mascotas suelen mostrar menos problemas inmunológicos y sobre todo una mayor capacidad emocional y social.
Estimulación Social
Si una mascota beneficia la autoestima en un adulto (su presencia y cariño constante hace que nos sintamos más queridos y acompañados tal y como nos confirman en perrosterapeuticos.es), vital es para un pequeño que está formando aún su carácter o para un adolescente que comienza a definirse y a interaccionar de una manera compleja con el mundo. Relacionarse con un animal desde una edad temprana supondrá un catalizador emocional óptimo para los más pequeños. Por ejemplo, cada vez que pasen tiempo con su mascota están desarrollando una amplia capacidad no verbal. Aprenderán a saber cuándo su perro está contento o enfermo, se muestre receptivo o triste, y esto sin que el animal utilice palabra alguna, lo que contribuirá a que nuestros hijos puedan entender mejor las distintas emociones, y de igual manera mostrarlas a los otros a través de gestos, miradas o comportamientos.
Por otro lado, la llegada a casa de un cachorro será sin lugar a dudas un motivo de alegría para muchos niños, pasarán horas jugando con él, favoreciendo en todo momento su imaginación y su capacidad comunicativa, pues será nuestro hijo el que en todo momento deba hablar y dirigirse al animal, y lo seguirá haciendo, manteniendo conversaciones sin obtener respuesta verbal alguna. En cuestión de días el pequeño habrá desarrollado un estrecho vínculo con su mascota, lo cual contribuirá además a reforzar de manera positiva la visión que tenga de sí mismo. Llegar a casa y ser recibido por un compañero que salta y gesticula contento al verlo entrar potenciará su autoestima y el sentimiento de sentirse integrado en un grupo.
Responsabilidad
A todo esto además cabe sumarle el sentimiento que genera de responsabilidad. Niños y adolescentes se sentirán unidos a su mascota, no solo por el cariño, también porque se ven responsables de su cuidado y bienestar. Existe un ser que de alguna manera depende de ellos y está a su cargo. Establecer normas y tareas, que el niño pueda ir ejecutando en función de su edad y capacidad fomentará su responsabilidad y madurez al tiempo que se sentirá un miembro participativo del hogar.
En cuestión de niños que puedan mostrar algún problema a la hora de socializar con otros, especialmente tímidos o retraídos, contar con un perro con el que constantemente deban salir a la calle a pasear supone un estímulo altamente positivo. De manera inconsciente y fluida se verá cada día obligado a interaccionar con otras personas, bien otros dueños de perros o niños que se acerquen a acariciar y jugar con su mascota. Y así, poco a poco el esfuerzo que le pueda ocasionar establecer una conversación con personas que no conoce será menor y resultará más fácil.
Si nuestros hijos son pequeños puede resultar ideal un cachorro, pues el niño compartirá tiempo con un ser vivo que como él está aprendiendo y conociendo el mundo, se verá más identificado y además su relación emocional será mucho más estrecha, ya que crecerán y se desarrollarán juntos.
Si disponemos del tiempo y el espacio suficiente, así como respaldo económico para poder asumir la tenencia de un perro, queda demostrado que traer a nuestra casa un cachorro ayudará a estrechar el vínculo emocional de la familia, a través de un elemento unificador que obligará a pasar más tiempo juntos. Quizá ayude a tomar la decisión pensar en una raza pequeña que es de más fácil manejo, un cachorro de westy o de bichón. Junto a ellos nuestros hijos aprenderán a desarrollarse en el mundo a través de situaciones y relaciones que no vienen constantemente de sus progenitores, con lo que ayudaremos a que se sientan y se vean como seres independientes y autónomos. En definitiva se sentirán más competentes socialmente y podrán tener más y mejores relaciones con sus compañeros.