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El último cumpleaños de mi peque

Parques de bolas, cumpleaños multitudinarios con 30 o 40 niños y otros tantos adultos, preparación de semanas, contratación de animadores infantiles, castillos hinchables y meriendas a catering ¿Estamos locos? ¿En qué narices estamos convirtiendo los cumpleaños de nuestros hijos? Parece que los padres queramos competir unos con otros para ver quien es capaz de hacer el cumpleaños-boda, o macrocumpleaños, más bestia cuando, la realidad, es que nada de eso es necesario.

Darle a los niños esas fiestas anuales que parecen sacadas de la prole de los magnates más adinerados a nivel internacional, lo único que consigue es que los pequeños dejen de valorar ese esfuerzo parental, y la llegada de sus amigos y familiares para celebrar que cumple un año más. Llega un punto en el que hay que parar por muchos motivos. Por un lado, los niños ya ven esto como algo normal y la ilusión por hacer algo diferente desaparece paulatinamente conforme crecen y, por otro lado, hacer fiestas tan multitudinarias provoca que se junten con demasiados regalos de cumpleaños. ¿Esto es algo malo? Os preguntaréis algunos, y la respuesta es tajante: sí.

Cuando los pequeños reciben demasiados regalos ocurre dos cosas: la primera es que dejan de esperar con ansía ese día señalado para jugar con sus amigos y soplar la tarta y pasan a esperar ese día solo para recibir regalos, la segunda es que esos regalos empiezan a decepcionarles porque se crean expectativas irreales de lo que recibirán lo que provoca que no les guste lo que reciben y que, además, cada año esperen recibir un mayor número de paquetes envueltos.

El cumple de Juan

Juan es mi hijo pequeño y, como sus hermanos mayores, celebran su cumpleaños de un modo mucho más light que todo eso. A nosotros nos gusta hacer cosas diferentes cada año en familia e invitar a algún amigo, o no, según el caso.

Por ejemplo, mi hija Ana cumple años en pleno verano, en Julio, por lo que es muy fácil pensar en planes para su día de cumpleaños. El año pasado, por ejemplo, nos fuimos todos a un parque acuático, y cuando digo todos me refiero a nosotros 4 y a quien quisiera venir de la familia más allegada: avisamos a tíos, abuelos y primos. Luego, Ana, quiso invitar a su mejor amiga, y así lo hicimos. Pasamos un día estupendo, para ella fue especial y diferente, y no necesitó ser el centro de atención para 50 personas. Otros años hemos realizado otras actividades como ir a comer a algún pueblo de la región y pasar el día en la playa con sus primos, practicar paddle surf y kayak, e incluso hubo un año en el que nos fuimos de escapada cuatro días toda la familia a una casita rural y lo pasamos en grande.

Juan, que cumple los años en marzo, lo tiene un poco más complicado porque el número de actividades se reduce ¿o no? Pues todo depende de la imaginación que le pongamos Os cuento el último que le organizamos.

Este año su cumpleaños cayó en jueves por lo que esperamos al fin de semana para celebrarlo. El sábado, nos levantamos bien temprano y lo subimos año coche junto a su hermana sin saber adónde se dirigía. Cumplía 8 años, así que hay que hacer algo acorde a su edad.

La suerte de cumplir años en un mes como marzo es que hay algunas cosas que podemos hacer y que en verano sería impensable, como una barbacoa en las zonas habilitadas para ello y, este año, nuestra idea era pasar el día en el campo.

Cuando llegamos al área de las barbacoas ya nos estaba esperando parte de la familia: abuelos, primos, tíos… no éramos muchos pero solo con la familia más alegada nos juntamos unas 15 personas allí. Su hermana Ana había ideado toda una gymkana que debía superar Juan si quería recibir los regalos de cumpleaños que, tal y como hacemos con ambos por creencia familiar, constaban de: un regalo para compartir con la familia, un capricho que le hiciera mucha ilusión, un regalo educativo y un regalo necesario.

Así, sus primos (más bien tíos) unieron fuerzas para regalarle el video juego, para la Play Station 3, LEGO Marvel Super Heroes, que llevaba pidiéndolo desde que apareció la primera vez el anuncio en televisión. Mis padres, abuelos maternos, le regalaron unas entradas de cine para toda la familia, es decir, 4 entradas con palomitas y refrescos para ver “Vengadores End Game”. Sus abuelos paternos le regalaron la colección de libros de “La Materia Oscura” que quería leer. Y nosotros el regalo necesario: ropa y una nueva mochila para el colegio.

Tras acabar la gymkana llegó la hora de la comida y así, mientras preparábamos una pequeña barbacoa comimos el primer plato, una paella enorme para toda la familia que vino de la mano de Paellas Rossini. Yo no soy mucho de encargar catering pero no queríamos pasarnos el día cocinando así que pensamos en hacer una pequeña barbacoa de segundo plato y el primero que nos lo trajera una empresa especializada.

Por la tarde siguieron los juegos en el campo, e incluso hicimos una pequeña ruta de 1 hora más o menos caminando. Lo pasamos muy bien, y el peque acabó el día encantado y satisfecho.

Puede que nunca reciba 50 regalos y puede que nunca llene un parque de bolas con amigos pero es que nosotros somos de los que pensamos que no lo necesita. ¿Y tú, qué opinas?

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