Se supone que los estereotipos están cambiando y que, poco a poco, eso de hablar de juguetes, ropa o decoración de niña o niño va desapareciendo en pro del “todos los juguetes son para todos”, al igual que los colores y los gustos en dibujos animados. Sin embargo, aún queda mucho camino por delante porque cada día vivimos pequeñas situaciones de personas que aún tienen los estereotipos muy marcados.
Esta mañana he llamado a una pastelería para encargar una tarta de cumpleaños para mi bebé, que ya cumple un año. ¡Cómo crecen! Demasiado rápido diría yo, pero bueno. El caso es que les he dicho lo que quería, una tarta de fresa con la cara de Mickey Mouse encima y, directamente, la pastelera me ha preguntado “¿Y cómo se llama el niño para ponerle el nombre en la tarta?”. Obviamente sin ninguna maldad, la mujer a asociado que si yo pedía una tarta con Mickey Mouse es porque mi bebé era un niño, pero no, es una niña preciosa a la que le hace más gracia ver a Mickey en la pantalla (sea por lo que sea) que a Minnie.
Cuando le he dicho que era niña y le he dado su nombre se ha quedado callada y ha aparecido ese silencio incómodo que a veces se instala entre las personas y que solo dura segundos que parecen minutos. Y la verdad es que no sé si ha sido por vergüenza (al haber metido la pata, a pesar de que no tiene importancia) o porque le ha parecido mal que pusiera la cara de Mickey Mouse de decoración para una niña. Y la verdad es que puede ser cualquiera de las dos cosas porque, hoy en día, ya no se sabe qué tipo de pensamiento puede tener la persona que tienes enfrente.
Y el caso es que no es la única muestra que he visto hoy que demuestra que aún nos queda mucho camino por andar como sociedad en este sentido.
Supongo que muchos de vosotros conoceréis a Lucía Mi Pediatra, pero para los que no sepan quien es bastará decir que es una reconocida pediatra alicantina que aparece en muchos medios de comunicación divulgando información sobre salud infantil y ha escrito varios libros al respecto realmente recomendables. El caso es que yo la sigo en sus redes sociales, tanto Facebook como Instagram, y hoy mismo ha compartido una publicación de un padre que iba paseando con sus dos hijos, una niña de unos 7 años, y un niño de 2 años, por la calle. Ambos niños llevaban un carrito con un bebé cada uno y al cruzarse con un vecino del barrio han tenido que escuchar un comentario desagradable y nada acertado. Y es que el vecino se ha acercado a su padre solo para advertirle de que el niño le iba a salir “maricón”.
Ante este hecho, el padre ha publicado la historia en Facebook que luego ha compartido Lucía Mi Pediatra, explicando que ningún niño se hace gay por jugar con juguetes que, supuestamente, son típicos de niñas o de niños y además ha añadido que si su hijo, en un futuro, le dijera que es gay, le parecería estupendo y estaría orgulloso de que encontrase a un hombre que lo amara y quisiera pasar su vida junto a él siendo felices ambos.
Y yo me pregunto ¿de verdad es necesario tener que hacer estas publicaciones para que todo el mundo sepa lo que es y lo que no es importante en esta vida? Pues parece ser que sí.
Ni las muñecas son de niñas, ni los coches son de niños, porque tanto muñecas como coches son juguetes, y los juguetes son para jugar, independientemente del sexo con el que se haya nacido.
La ropa, otro producto estereotipado
Y, por supuesto, donde mayor separación entre lo que es “de niña” o “de niño” se hace es en la moda infantil y es algo que termino de entender.
Por ejemplo, aunque no esté de acuerdo puedo aceptar que debido a la cultura en la que hemos nacido el hecho de ver a un niño con falda pueda resultar extraño y que, debido a ello, no haya firmas que saquen a la venta faldas para niños. Puedo aceptarlo porque, además, quien le ponga una falda a un niño le estará obligando a lidiar con la falta de respeto de otros niños cuyos padres no han sabido educarlos e incluso con la posibilidad de que le hagan bullying.
Sin embargo, en otras culturas como la escocesa, irlandesa, griega, algunos países africanos e indonesia no es nada extraño ver a niños y a hombres adultos con faldas. De hecho, deberíamos recordar que los más grandes conquistadores del continente europeo, los romanos, lucían faldas y togas en pleno apogeo de su Imperio.
Pero aquí, en España, no estaría bien visto, y como he dicho, aunque no lo comparto lo acepto, porque he nacido en esta cultura y pretender cambiarla de un día para otro es imposible, hay que dar mucho tiempo a nuestra sociedad para que se acepten ciertas cosas. De hecho, mayoristas de moda infantil reconocidos como Catalinos ya se atreven a incluir ciertas prendas unisex en sus catálogos, pero el tema de la falda es aún algo tabú para todos los diseñadores, o la mayoría.
Y yo me pregunto ¿realmente una camiseta de manga corta puede ser de niño o de niña? Al final, es una camiseta de manga corta sin más y la diferencia entre una y otra es, como mucho, los dibujos que puedan portar. ¿Y quién establece que la Barbie es de niña y las Tortugas Ninja de niños? Yo he llegado a ver como los niños del colegio insultaban a un compañero de clase porque le gustaba Frozen, la peli de Disney, y llevaba una mochila con sus dibujos. Probablemente si en la mochila hubiera estado representado Olaf, el muñeco de nieve parlanchín de la película, no habría pasado nada, pero quienes aparecían en su mochila dibujadas eran las princesas de la historia: Ana y Elsa. Craso error ¿o no? Tal vez el error se encuentre incrustado en el cerebro de los padres del resto de niños que han dejado que crezcan pensando que si te gustan las princesas de Frozen tienes que ser una niña.
Y es que, si ya me parece ridículo diferenciar entre un vaquero de hombre y uno de mujer pero puedo entenderlo por la forma del mismo en base a las caderas o la cintura que supuestamente debe tener una mujer adulta o, por lo menos, adolescente, lo que me parece de chiste es diferencias entre un vaquero de niño y uno de niña ya que ellos no tienen desarrolladas aún las formas físicas que posteriormente definirán sus cuerpos como masculinos o femeninos. De hecho yo soy de esas personas que abogan por una moda unisex para todas las edades puesto que tampoco todas las mujeres tienen la misma cadera o las mismas formas, al igual que los hombres, y por ende, al final, lo que nos diferencia es que cada uno tiene unas características físicas diferentes a los demás y, por lo tanto, la moda unisex podría ser la perfecta de forma generalizada.
Sea como sea, lo que no podemos hacer es pretender eliminar esos estereotipos si de niños ya les estamos implantando ciertos cánones ridículos de niño y niña. ¿No deberíamos intentar que la educación de los niños y niñas españoles fuera igual, sin diferencias, para que cada uno eligiese lo que le gusta realmente? Sin imposiciones de nuestra sociedad todo sería muchísimo mejor.